Enseguida vamos a asistir a una aceleración en la toma de decisiones empresariales gracias al big data y a la digitalización de sus procesos. Las empresas se darán cuenta de la necesidad de reducir su burocracia, como han hecho estos días con los temas críticos. Los procesos se simplificarán y serán mucho más transversales.
La tecnología ayudará a que nadie se quede fuera de la tecnología. Proliferarán los ecosistemas apoyados en plataformas que faciliten la colaboración cruzada, incluso entre competidores. Y el talento se necesitará más que nunca.
Hablamos de ello con Beatriz Cerrolaza (CEO de Alise Devices y MyPublicInbox), Raquel Díez (Directora de Marketing de Uground , Elisa Martín Garijo (Directora de Tecnología e Innovación de IBM) y Esther Morales (Socia Directora de Piperlab) en el contexto de las tertulias Futuros B2B. Han estado dedicadas a animarnos unos a otros para reinventarnos cuanto antes como consecuencia de los cambios acelerados gestados por la crisis global que ha generado la COVID 19.
Presentamos a continuación lo que subrayaron.
Trabajamos con tecnologías innovadoras, por lo que hemos tenido la suerte de ser los primeros en adaptarnos al cambio y la oportunidad de tirar del carro de la inspiración.
Por otro lado, estos días han sido una cura de humildad. Aunque nuestro sector trabaja en modelos predictivos y muy sofisticados, ninguno ha sido capaz de prever lo que está pasando.
Los datos nos sirven para dibujar muchos escenarios y optimizar la toma de decisiones en las empresas e instituciones. Si hubiera más datos en abierto y los pudiéramos combinar podríamos decidir mejor. Hay que decidir. No nos podemos permitir no hacer nada durante estos días. De todas formas ha habido un paso adelante en la digitalización y la compartición de datos rompiendo silos históricos.
Hemos puesto en marcha en tiempo récord proyectos colaborativos muy difíciles de iniciar con los ritmos lentos de hace unas semanas. Por ejemplo en el sector sociosanitario, en supercomputación, de formación en tecnología para desempleados, en el mundo educativo, para pymes…
Estamos colaborando entre empresas y también a nivel personal, con un componente humano especialmente generoso. Hemos avanzado en confianza, tanto entre las empresas y sus equipos como entre equipos, como entre los miembros de cada equipo.
Como ha ocurrido en muchas empresas tecnológicas, apenas ha variado nuestra dinámica de trabajo más allá de trasladarnos a casa a trabajar con toda naturalidad. Sin embargo, nos ha costado reencontrar el ritmo productivo. Ha sido una locura, pero ya lo hemos asimilado. Hubo un par de semanas de incertidumbre y parón, porque no teníamos los deberes hechos del todo. El futuro no es el teletrabajo, sino la flexibilidad. Con algunos problemas de trabajo en casa por algunas situaciones familiares. No todo se resuelve yéndote a trabajar a casa con un portátil.
Pero no ha sido solo trabajar en otro sitio. Hemos tenido que ser capaces de mantener la conexión con la empresa y nuestros equipos, y de reorganizar nuestra agenda haciendo también hueco para la formación. Ahora ya hemos conseguido incluso mejorar la productividad y la flexibilidad.
Todo es más complicado y más lento cuando el cliente es una empresa grande porque la toma de decisiones casi se ha paralizado. No ha habido apenas efecto negativo en la infraestructura tecnológica, pero el efecto ha sido muy grande en la relación con las empresas. Para ayudarles mejor es necesario que sepamos entender las nuevas prioridades de los clientes, que no son las de antes.
Vamos a asistir a una aceleración en la toma de decisiones empresariales gracias al big data y a la digitalización de procesos. Las empresas se darán cuenta de la necesidad de reducir su burocracia, como han hecho estos días con los temas críticos. Los procesos se simplificarán y serán mucho más transversales.
La tecnología ayudará a que ninguna empresa se quede fuera de la tecnología.
Aumentará el valor de los ecosistemas apoyados en plataformas que faciliten la colaboración cruzada, incluso entre competidores.
Se necesita el talento más que nunca. Se pueden reducir gastos superfluos, pero hace falta todo el talento para optimizar las operaciones.