Eran otros tiempos. Hablar de empresa y sociedad o de acción social empresarial en 1995 no era lo mismo que hacerlo hoy. Lo pudimos hacer porque nos ayudaron personas como Ignacio Fagalde o Luis Valls. La postura predominante de los que iban conociendo el proyecto era desearnos buena suerte por lo que parecía música celestial y permanecer en el patio de butacas sin subir al escenario ni financiar nada de la inversión inicial. Empezó cuando tres amigos, Juan, María y yo mismo, dimos el paso de formalizar la constitución de la Fundación Empresarios del Mundo a la vuelta de un viaje de evaluación de proyectos de Manos Unidas en Colombia, país donde era imposible separar el tejido empresarial del social más desfavorecido. Casi se llama Fundación Empresarios por el Mundo, pero parecía un nombre más propio de una agencia de viajes y cambiamos la preposición. Era el 29 de junio de 1995. Empezaba un proyecto que tenía que arrancar fuera como fuera. Lo hizo rebautizándose enseguida como Fundación Empresa y Sociedad y con un patronato formado por otros tres amigos, Manuel, Diego y José Ignacio. Entonces no había candidatos a trabajar en el día a día, así que yo mismo di un paso adelante, consciente de que durante algún tiempo tendría que financiar el proyecto por mi cuenta. Pero el atractivo y la vocación pudo con todo, e iniciamos una andadura aunque no dejamos los números rojos hasta diciembre de 2000.
El nuevo nombre facilitaba la tarea, así que en un par de años el Patronato se había transformado en un grupo de referencia formado por empresarios, directivos (no es lo mismo) y consultores (tampoco) a título personal, que ejercían progresivamente como predicadores de la idea. Entre ellos Felipe Oriol, presidente desde marzo de 1997 hasta octubre de 2008. A continuación estuvo un tiempo presumiendo de ser fundador, supongo que en broma, ya que llegó dos años después de su constitución y sabe bien qué es fundar una fundación. De hecho, él mismo ha creado alguna no solo familiar y ha trabajado en el mundo del capital riesgo, donde son tan importantes los due dilligence legales y de buen gobierno. Una presunción que no deja de ser un orgullo y una valiosísima ayuda que honra a la idea, eso sí. Y un liderazgo que siempre le hemos agradecido los fundadores y la propia fundación renovando su Presidencia, con todo lo que implicaba, hasta que él mismo decidió dejarla. Conseguimos el respaldo del entonces BBV y en cinco años realizamos diversos trabajos de consultoría de nicho porque nadie sabía del tema. No se me olvida un plan de acción social para Iberdrola y varias consultas para BBV, entre ellas una para lanzar su actividad de microcréditos sociales y otra para analizar la viabilidad de The Percent Club español, que después resultó inviable. Gracias a la confianza de José María García Casasnovas y Antonio López respectivamente. Además, un plan de creación de empresas y empleo en Usera y Villaverde para emprendedores procedentes de situaciones de riesgo social denominado CAPITAL LOCAL. Estaba liderado por el Fondo Social Europeo, al que convencimos de que éramos capaces de gestionar recursos de más de un millón doscientos mil euros con unos recursos propios de 3.000 y un presupuesto anual de ingresos de apenas 250.000. Estuvo cofinanciado por la Comunidad, el Ayuntamiento y Caja Madrid y contó con empleados de las empresas vinculadas a la Fundación, que actuaban como tutores de los proyectos generados a través de un voluntariado profesional que incluso hoy sería revolucionario por vanguardista. En dos años creó 964 nuevos puestos de trabajo pero, lamentablemente, murió porque no encontramos quien financiara el día después. Quizá deberíamos haber peleado más, pero parece que conseguir financiación no era nuestro fuerte, ni siquiera en el propio Patronato. Además, nuestra actividad de investigación y análisis de casos dio lugar a tres publicaciones que reflejan claramente la idea en la que ya se basaba: “La estrategia social de la empresa, un enfoque de valor” (1997), “Casos de empresas que apoyan el empleo de personas desfavorecidas” (1999) y “La empresa que viene” (2001). Con este bagaje y ya con números negros parecía más fácil que los patronos dejaran de ser personas físicas, así que a finales de 2000 conseguimos que Empresa y Sociedad contara con un Patronato formado principalmente por empresas.
A partir de entonces iniciamos unos años de fuerte crecimiento en el número de empresas, su acción social y la actividad de la Fundación.
Hay numerosos hitos y mensajes en los primeros pasos. Empezando por el énfasis desde el principio en el empleo a través de un proyecto de Fé y Alegría para microempresas en Colombia, el citado CAPITAL LOCAL, las dos ediciones de los Premios Bolsa y Sociedad, financiadas por sociedades y agencias de valores (alguno de sus directivos lo hizo de su propio bolsillo pero en su nombre de ellas), o el programa Empleo, que años después daría lugar a otros dos: Empresa y Discapacidad (inspirado por la ONCE y su Fundación cuando ambos conceptos todavía no tenían relación alguna) y Empresa e Inmigración. Pero también con el impulso inicial a muchos de los actuales iconos de la acción social, como los programas de cofinanciación con empleados de Unión FENOSA ACEX (el Día Solidario) JP Morgan (Matching Gift Program), Barclays (primeros Días de Voluntariado, entonces con CEPRI) o Citi (con Fundación Tomillo). O el diseño de planes de acción para los mismísimos McKinsey, Repsol (incluyendo el inicio en discapacidad casi desde cero), BBVA o Bankinter. O el diseño de actividades para Casa Encendida (al principio Casa de Empeños) de Caja Madrid, el primer borrador de análisis para Fundación Lealtad, el difícil convencimiento a Vips de que sus programas con inmigrantes estaban entre los paradigmas de la acción social o el diseño de los Premios ABC Solidario para universitarios, cuyas características se mantienen. Además de una especie de milagros encadenados, como fue incorporar a la Fundación a entidades poco habituales en foros, entre ellas Banco Popular, El Corte Inglés, Inditex o Eulen. Así como romper el hielo con la primera caja en el Patronato que fue La Caixa. O el caso singular de la ONCE, que todavía recuerdo que me pidió "un permiso especial para entrar a un foro de empresas". Ella no lo era y la discapacidad no estaba en la agenda empresarial. Así que trabajamos juntos para sentar las bases de la viva actividad actual entre ambos mundos, abarcando desde el empleo a la accesibilidad universal.
También con el nuevo siglo introdujimos un cambio de orientación gracias a un aparente juego de palabras que, propuesto por McKinsey, no podía ser menor. Hasta entonces la prioridad era vincular a grandes empresas a la Fundación para que nos ayudaran a crear un clima favorable al crecimiento de la acción social del sector empresarial por efecto demostración. La propuesta mágica de la consultora consistió en cambiar el orden: creemos un clima favorable al crecimiento de la acción social y con ello conseguiremos atraer empresas que permitan cumplir la misión y los objetivos de la Fundación. Y funcionó. Aquí nace una segunda fase, donde adquirieron importancia cuatro tipos de actividades habitualmente polémicos porque necesitaban estar en el escaparate. En primer lugar, eventos como los Premios Empresa y Sociedad, que en 2009 celebraron su octava edición y tuvieron el honor de estar presididos por S.A.R. el Príncipe de Asturias en años alternativos. O como las reuniones anuales de socios para debatir la evolución de la realidad social. En segundo, los estudios de casos sobre qué hacen las empresas, cómo lo comunican y cómo se percibe, que generaron mucho trabajo y rankings que sólo agradaban a los que ocupaban las primeras posiciones, y cada año solían cambiar. También la presencia en prensa escrita, sobre todo a partir de artículos de opinión, entrevistas y notas de contexto en periódicos de información económica. Lamentablemente hoy apenas publican nada que suene a R”S”E quizá porque la industria de la responsabilidad social ha prostituido una parte del concepto. Por último, empezamos a sistematizar la colaboración con los responsables políticos, sobre todo en discapacidad y en inmigración. Paralelamente iba decreciendo nuestra consultoría según las consultoras iban poniendo en marcha áreas de servicio relacionadas con R”S”C, ya que a ninguna Fundación le corresponde competir con ellas una vez que ha abierto brecha. E íbamos presentando resultados desde el punto de vista social (“¿qué hacen las empresas?”), nuestra razón de ser, ya que el número de empresas, los estudios y análisis (“¿cómo los gestionan?”) no deja de ser un medio.
En junio de 2009 se produjo un cambio en la dirección de la Fundación, cuando sus datos indicaban que puede que pasara por su mejor momento. En la primera reunión del Patronato de la nueva presidencia de Juan Arena el principal punto del orden del día fue modificar los estatutos para eliminar cualquier mención a los fundadores enarbolando la bandera de la legalidad y el buen gobierno, a pesar de que cualquier novicio del sector conoce la importancia de ser fiel a la escritura fundacional y a ciertos principios, y cualquier iniciado en el gobierno corporativo, la sana separación entre fundadores, órgano de administración y gestión. Pero los altos cargos e insignes apellidos del mundo empresarial entonces en nuestro entorno parece que no lo contemplaban. Gracias a que sigue habiendo abogados con valores e instituciones que cumplen su misión, en apenas seis meses se pronunció el Protectorado de Fundaciones sin hacer caso a posibles interferencias y los promotores del cambio decidieron abandonar la Fundación y dejarla en manos de un retén liquidador, sin empresas y en una delicada situación patrimonial. Los recursos propios auditados, que eran de 1.217.058 euros a finales de 2008, incorporaron una pérdida 411.029 durante 2009 y la previsión era de otros 663.465 en 2010. Todo ello gracias a unos gastos difíciles de explicar y a unas cuantas empresas que se marcharon sin pagar.
El segundo semestre de 2009 tuvo un alto coste personal, pero ya pasó. En marzo de 2010, tras nueve meses cuyos detalles darían para un buen guión cinematográfico, volvimos a tomar las riendas. El nuevo equipo consiguió que la evolución patrimonial cambiara de signo. Ayudaron algunas recuperaciones de impagados y las primeras sentencias judiciales, cuya literalidad es mejor omitir por respeto a la otra parte aunque esté todo guardado en un armario codificado. Fueron lentas, pero no menores: nuestro Informe de Actividad 2015 cuantifica en 272.407 euros el importe recuperado de las deudas de patronos, socios y directivos del equipo gestor anterior.
Cerramos el doloroso paréntesis humildemente orgullosos. Diría que cada día un poco más. Porque es un privilegio saborear la experiencia de haber sido la semilla de la acción social de las empresas en España. Fue un suerte ver hoy que encendimos la mecha en líneas de actuación que no existían en 1995 y que hace años que tienen vida propia. Cosas de la edad. Entre ellas, las primeras colaboraciones entre empresas y organizaciones sociales apenas conocidas entonces más que en los servicios sociales especializados de las Administraciones Públicas. O la incorporación de la formación y el empleo de personas vulnerables a la agenda del compromiso empresarial, el inicio desde cero del efecto dominó de la relación de las empresas con la discapacidad o los primeros pasos del voluntariado corporativo. También los espacios semanales sobre Empresa y Sociedad (hoy Sociedad y Empresa) en prensa de información económica. O el abrir el debate sobre empresa y envejecimiento, incluyendo la relación entre inmigración y longevidad. E incluso el impulso del capítulo social en la obra social de las cajas de ahorros, que entonces era casi exclusivamente cultural a pesar de su nombre. También haber sido cantera de gurús, asociaciones y fundaciones empresariales que todavía no habían nacido y con el transcurso de los años han ido liderando el mundo de la sostenibilidad, ESG o como se llame ahora. Todo ello fue posible gracias a la inspiración y colaboración del entidades hermanas del mundo anglosajón como Business in the Community o la Charities Aid Foundation, a una cierta cabezonería maña y a una buena dosis de suerte, quizá porque estábamos en el sitio adecuado cuando empezaron a soplar vientos favorables. Buena parte de ello está en la Biblioteca Empresa y Sociedad.
Afrontamos el futuro con ánimos renovados. Dentro de unos años quizá digamos que “había otra vez” cuando toque hablar de esta nueva era, de la Fundación y de la sociedad española. Buscaremos nuevos horizontes en el mundo de la innovación, como en 1995 eran los de RSC. Dependerá de si las nuevas ideas y la Fundación siguen siendo útiles o si ya tuvieron su momento. Nuestra sensación es que es ahora cuando toca dar el do de pecho. Así que haremos lo que esté en nuestra mano para implicar en nuevos ángulos de la innovación social a empresarios y equipos directivos de grandes empresas, sobre todo a los que practican su parte más humana.
Biblioteca Empresa y Sociedad, por curiosidad histórica