Reflexiones y propuestas sobre los Patronatos multitudinarios no profesionales
Es hora de profesionalizar los multitudinarios Patronatos de algunas Fundaciones españolas, algunas muy conocidas.
El mundo de la filantropía también está viviendo una transformación sin precedentes. La creciente importancia de la iniciativa privada para impulsar causas de interés general exige estructuras organizativas más sólidas, estratégicas y profesionales.
En este contexto, la composición de los Patronatos de las fundaciones españolas es una de las prioridades ineludibles. Alinearse con la normativa y, sobre todo, con las mejores prácticas internacionales del sector no solo es cuestión de cumplimiento, sino también de impacto y transparencia.
Una de las prácticas más habituales de las mayores fundaciones es que el Patronato esté formado por un gran número de miembros, sean grandes financiadores, sobre todo si son empresas, o personas de alta repercusión mediática. Ello los convierte en multitudinarios, con un número muy superior que el de los miembros del Consejo de Administración de cualquier gran empresa.
En el ecosistema fundacional, los Patronatos son los órganos responsables de la dirección estratégica y supervisión de las actividades. Sin embargo, en demasiadas ocasiones su composición responde más a tradiciones de consideración hacia los grandes donantes y su repercusión mediática que a la profesionalización y el bajo perfil que requiere.
¿Por qué es esto relevante? Porque las fundaciones, como cualquier otra organización, necesitan equipos expertos, ágiles y especializados en gestión fundacional, comprometidos y capaces de tomar decisiones fundamentadas y acordes con la normativa que les aplica.
Contar con un Patronato profesional de bajo perfil es una garantía de buen gobierno. Más allá de su representatividad o de la notoriedad de sus miembros, lo que realmente importa es su capacidad para aportar valor: desde un conocimiento profundo del sector fundacional hasta habilidades específicas en finanzas, legislación, estrategia o digitalización.
Solo así las fundaciones pueden estar preparadas para responder a los desafíos de actuales y de futuro.
La Ley de Fundaciones en España establece con claridad las funciones y responsabilidades de los Patronatos. Estos tienen la obligación de asegurar el cumplimiento de los fines fundacionales, normalmente decididos y definidos por los fundadores, gestionar los recursos de manera eficiente y garantizar la transparencia en sus operaciones. Además, los miembros del Patronato asumen responsabilidades legales que pueden derivar en sanciones si se incurre en negligencia o mala gestión por su parte o por la de la Fundación. ¿Es conocido esto por todos ellos en los casos que estamos mencionando?
Es evidente, entonces, que la normativa exige un compromiso serio y profesional. No se trata de ocupar un puesto honorífico, sino de desempeñar un papel activo y acorde a la normativa de Fundaciones. En este sentido, la ley también plantea requisitos sobre el número de miembros y su renovación periódica, con el objetivo de evitar la perpetuación de estructuras que pueden volverse ineficaces o desconectadas de la realidad.
Históricamente, unas cuantas grandes fundaciones en España han optado por integrar en sus Patronatos a grandes donantes o personalidades de alto reconocimiento público. Esta práctica, basada en la búsqueda de legitimidad y prestigio, tiene un problema evidente: los perfiles seleccionados no siempre cumplen con los requisitos de especialización que demanda la normativa ni con las necesidades operativas de la fundación.
Por ejemplo, contar con un gran empresario o una celebridad como patrono puede ser útil desde el punto de vista reputacional, pero ¿cuánto aporta esta persona a la gobernanza estratégica de la organización? En demasiados casos, la respuesta es “poco”. Esto no solo dificulta el funcionamiento eficiente del Patronato, sino que puede comprometer la transparencia y la rendición de cuentas.
Algunas de las principales fundaciones españolas, incluso varias que están ahora en el foco mediático o presididas por altas personalidades del Estado, cuentan con la presencia de un gran número de empresas o de personalidades en su órgano de gobierno. En algún momento todas ellas serán cuestionadas por prácticas que, aunque tradicionales, resultan difíciles de justificar bajo el prisma actual de transparencia y profesionalización y, paradójicamente, no son nada habituales en el mundo corporativo que las propias empresas conocen bien.
Este tipo de situaciones pone de manifiesto la necesidad de una revisión profunda. ¿Cómo se puede garantizar la independencia y efectividad de un Patronato si sus miembros están ahí por ser grandes donantes o personalidades de alto reconocimiento público pero ajenos a sus capacidades para gobernar una entidad de utilidad pública, incluso a veces desconociendo sus responsabilidades formales como Patronos?
Es momento de actuar. Las fundaciones españolas de referencia deben iniciar un proceso de revisión interna para alinear la composición de sus Patronatos con los criterios establecidos por la normativa. Esto implica evaluar perfiles, reducir el número de miembros si es necesario y garantizar la rotación periódica de los mismos.
Esta adecuación no solo mejorará la operativa de las fundaciones, sino que enviará un mensaje claro a la sociedad: las fundaciones están comprometidas con el buen gobierno, la transparencia y la maximización de su impacto social. Empezando quizá por generar un efecto demostración por parte de las más prestigiosas y con un mayor número de empresas y miembros ilustres en su Patronato sin apenas funciones más allá de prestar su imagen.
Proponemos una transición que combine tradición y profesionalización. En lugar de eliminar de golpe a los actuales patronos, nuestra propuesta es crear un Consejo Asesor compuesto por ellos. Este órgano podría desempeñar un papel consultivo, mientras que el Patronato se redefine bajo los criterios legales y de buenas prácticas: menor número de miembros, perfiles especializados y renovaciones periódicas.
Con el tiempo, nuestra apuesta es que el Consejo Asesor reducirá de forma natural el número de sus miembros para cumplir mejor su función consultiva, dejando a un nuevo Patronato también más reducido como garante del cumplimiento normativo de la fundación verdadero motor estratégico.
Tras crearse en 1995, en 2009 la Fundación Empresa y Sociedad decidió dar este paso tras casi 15 años siguiendo el modelo tradicional. Redefinimos nuestro Patronato siguiendo los principios aquí planteados y creamos un Consejo Asesor para mantener el vínculo con antiguos patronos.
¿El resultado? Más enfoque tanto en operativa interna como en crecimiento fundacional, una mejora en la transparencia y, sobre todo, un impacto social mucho más significativo.
Este cambio era imprescindible. Y creemos firmemente que es un modelo replicable por cualquier fundación con vocación de futuro, porque lo estamos viviendo así.
La filantropía en España está en pleno auge, impulsada por una creciente participación del sector privado en causas de interés general. Este momento de transformación es una oportunidad para que las fundaciones se posicionen como líderes en buen gobierno y transparencia.
Revisar la composición de los Patronatos no es solo un ejercicio de cumplimiento normativo. También es un compromiso de las Fundaciones con la sociedad, con los donantes y con los beneficiarios. Porque, al final, un Patronato profesional no solo cumple con la ley, sino que multiplica el impacto de la filantropía, que es lo que todos buscamos. Sobre todo si está acompañado por un Consejo Asesor especializado en sus líneas de actuación.
¿Te hemos sugerido alguna idea y te gustaría seguir avanzando?
Nos gustaría comentarla.
¿Agendamos una reunión y lo intentamos? Seguro que valdrá la pena.
Contacta a través de nuestra web o enviando un email a este correo.
>>> Descarga el eBook FILANTROPÍA INTERNACIONAL <<<