Café-coloquio «La organización (o no) de la sociedad en el futuro»

Contexto

Las personas estamos transformando la sociedad. Una sociedad de contrastes, en la que vivimos nuevos paradigmas como el del ciudadano-productor, las plataformas cooperativas, la propiedad compartida o la sustitución de la necesidad de ser propietario de objetos por el tener acceso a productos y servicios.

Unos cambios que generan muchas preguntas. ¿Cómo nos organizaremos para que convivan una sociedad a la vez tecnológica y envejecida? ¿Individualista y colaborativa? ¿Analógica y digital? ¿Disruptiva y tradicional? ¿Robótica y humana? ¿Mitómana e iconoclasta? ¿Con y sin trabajo? ¿Cómo será el trabajo en el futuro? ¿Qué nuevos roles juega la ciudadanía si puede ser al mismo tiempo productora-propietaria y consumidora? ¿Cuál es el rol de las administraciones públicas y las empresas ante estos procesos transformadores? ¿En qué parte del ecosistema se sitúan las personas?

Resumen audiovisual

En torno a la organización (o no) de la sociedad en el futuro

El coloquio empezó con la intervención de Luis Tamayo, que empezó por contextualizar la economía colaborativa. «Igual que en los programas de deportes predomina el fútbol y los grandes equipos, en economía colaborativa se habla demasiado de consumo y sobre todo de las grandes empresas multinacionales. Pero es mucho más».

«La sociedad colaborativa se basa en la confianza y el consentimiento, que están interconectados: cada uno se dedica a lo que sabe y el resto confiamos en que lo sabe. Por eso creemos que no habrá otro sistema, sino varios sistemas que integren la singularidad y la diversidad, con participación abierta, aunque estemos más preparados para obedecer que para pensar. Estamos pasando de la colaboración a la conexión, donde ya no encaja estructuras piramidales ni jerárquicas.»

¿Se trata de innovación social? «Innovar no es solo mejorar un producto. Tiene que ver con modelos de negocio, organización, división del poder, participación, uso del beneficio generado… Porque no hay una manera de hacer las cosas, sino muchas. El reto es permanente: tomamos decisiones, vemos qué funciona y qué no, y siempre tenemos posibilidad de cambiar»

Mercedes Wullich subrayó el papel de la mujer en el cambio, en términos de igualdad. «Las mujeres tenemos que ser desobedientes porque tenemos poco que perder. Depende de nosotras. Pero tenemos que llegar a estar en sectores y puestos clave. Todo pasa por la cultura y la educación. Tenemos que empezar a educar de otra manera, por lo que me alegro de que en las universidades las mujeres seamos mayoría».

«En los sectores en vanguardia la igualdad funciona más. Es una nueva forma de pensar y una oportunidad. En nuevas empresas la brecha salarial de género es apenas del 3%, infinitamente menor que en las grandes».

José María Becerra aportó la experiencia de los proyectos de participación ciudadana del Ayuntamiento de Madrid. «En la última consulta ciudadana han participado directamente 130.000 madrileños, entre ellos muchos jóvenes. Antes apenas participaban en iniciativas ciudadanas, pero nos acercamos a los colegios, les pedimos a los alumnos que presentaran propuestas y estamos empezando a ver resultados».

Desde otro ángulo llamó la atención sobre que «la mayor parte de las ideas que recibimos en nuestra área de Participación son de perfil social».

Enrique Arnanz empezó matizando que «Habitante es un concepto demográfico. Ciudadano es político. Y persona humano. ¿Dónde nos situamos cada uno?»

«El reto más importante es luchar contra las desigualdades. No podemos obviar sus abismos. Por otro lado, el siglo XXI es el de la diferencia, que es un valor. Porque no hay un sólo modelo, aunque hayamos vivido una vida monocolor. Nada es monocolor, pero predomina un cierto daltonismo social. No hay UN Dios, UNA religión, UN credo, UN pensamiento, UNA verdad. Ya no hay modelos, y mucho menos modelos únicos. Aceptemos la diferencia como un valor a todos los niveles.»

«Hay que educar más en valores cívicos. Si hubiera una ciudadanía más comprometida no habría tanta corrupción ni tanta pobreza. No olvidemos que hay 124 millones de europeos en riesgo de pobreza, un 25% de la población».

«Apuesto por una sociedad civil debe ser multicolor, no daltónica», fue su comentario final.

«Cuando tienes libertad de cambio te atreves a hacer muchas más cosas. Hoy la moneda más importante es el tiempo. Tenemos el reto de gestionar el tiempo por sobreoferta. El futuro será como nos imaginemos que sea», concluyó Luis Tamayo.

«Nada es permanente. Como las serpientes, todos cambiamos de piel enseguida. Pero no lo hemos interiorizado. Están divorciadas la realidad cambiante y la búsqueda continua de modelos que nos dan seguridad. A mi me gusta andar por la vida con el ojo en estado salvaje, dudando de todo», finalizó Mercedes Wullich.