¿Qué tal si impulsamos el debate sobre el alargamiento de la vida laboral? Sería una pequeña bomba de oxígeno para la sostenibilidad del sistema de pensiones, cuya solución no se limita solo a subirlas por encima del IPC. Además de serlo para la libertad de quien así lo desee.
La opinión pública ya está empezando a cuestionar el actual modelo de pensiones y su sostenibilidad. Parece que todo empieza y acaba con subir las pensiones con referencia al IPC, pero el cuestionamiento será mucho más rico según vayamos incorporando planteamientos a largo plazo y componentes de solidaridad intergeneracional.
Enseguida le llegará el momento a otros capítulos, entre los que me gustaría que estuviera el del alargamiento de la vida laboral. Porque no todo va de pedir más (pensiones) sino también de aportar a la sociedad (tiempo y recursos) y de que sea más fácil hacerlo para quien quiera.
En algún momento tendremos que replantearnos una de nuestras aritméticas vitales tradicionales: la de las etapas que dedicamos a formarnos, a trabajar y a percibir una pensión por jubilación. A futuro, las dos primeras convivirán osmóticamente y, juntas, ganarán tiempo a la tercera. Sobre todo porque no tiene sentido que el periodo de jubilación gane años por inercia, gracias a que sigue empezando a la misma edad que cuando se inventó en el siglo XIX, con una esperanza de vida que era menos de la mitad que ahora.
Apenas hemos avanzado todavía en imaginarnos la segunda mitad de la vida, que casi coincide con el periodo de jubilación. Quizá porque la asociamos a una especie de verdad incómoda por deterioro progresivo, ligada también a la tradicional rigidez normativa sobre la pensión pública y el trabajo remunerado a esa edad. Por todo ello es necesario explorar nuevas soluciones en el ámbito de la actividad de las personas que han sobrepasado el ecuador de su vida laboral, que tengan en cuenta nuevas opciones, remuneradas o no, e incorporen el compromiso de cada uno con la sociedad y de la sociedad con cada uno.
Cada uno vive en unas circunstancias diferentes personales y familiares, de salud o tipo de trabajo, por lo que la casuística sobre el alargamiento de la vida laboral es muy diversa. También lo es la experiencia sobre jubilaciones y prejubilaciones o la alineación de intereses entre trabajadores, empleadores y administraciones públicas, considerando que no es lo mismo trabajar por cuenta propia que por cuenta ajena, ni en el sector público que en el privado.
Paradójicamente, necesitamos adaptaciones legislativas para que tengamos más opciones y más amplias de comprometernos más con la sociedad si así no deseamos. Porque no existen, por ejemplo, soluciones de flexibilidad laboral a partir de cierta edad como las que tienen los jóvenes cuando acceden a sus primeros trabajos. Tampoco otros formatos y contratos inteligentes que enmarquen soluciones acordadas entre personas, generaciones, empleadores, empresas y Administración. Incluyendo no solo el trabajo por cuenta ajena sino también el nuevo emprendimiento. Y con perspectiva internacional, porque el mercado laboral ya no tiene fronteras.
No faltan temas concretos que abordar, entre ellos la jubilación flexible de común acuerdo, la desvinculación laboral progresiva, un nuevo contrato a partir de cierta edad, fórmulas de relevo, la organización del trabajo por proyectos, las facilidades para trabajar por cuenta propia o para emprender o la renta básica universal como contraprestación a ciertos servicios comunitarios. Temas interrelacionados, en un entorno crecientemente volátil, incierto, cambiante, ambiguo e imprevisiblemente robotizado y con cada vez más babyboomers en la frontera de la jubilación tradicional.
Soy optimista, porque España no tiene un problema de recursos financieros y mucho menos humanos. Aunque sí de políticos y gestores públicos, que cuestionamos no solo los iconoclastas. Pero mejorará, porque es obvia su visión cortoplacista, cuando se trata de un tema a largo plazo, y su discurso defensivo limitado a la Seguridad Social, cuando cualquiera entiende que requiere una perspectiva completa en términos conjuntos de IRPF, IVA, consumo y ahorro. Aquí es donde aparece el reto de una nueva legislación. Sobre todo laboral pero no solo, ya que no se limita al trabajo remunerado por cuenta ajena de toda la vida. Apuesto a que habrá numerosas opciones para que pueda trabajar cien años quien así lo desee. Es un dato. En este caso la variable vuelve a ser el tiempo, por lo que uniremos fuerzas con los interesados en que sea cuanto antes.
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