Cualquiera puede hablar sobre el futuro porque nadie sabe cómo va a ser. Bueno, a medias. Porque sabemos que habrá una mayor proporción de personas mayores. Entre otras cosas, debido a que los de mi generación somos casi la mitad que los de la generación de mi hija pequeña. También que será más femenino, emocional e intuitivo. No hay más que ver la evolución de la situación de la mujer en la sociedad y lo que todos disfrutamos cuando imaginamos, creamos y amamos, usando dimensiones no racionales. Y además en que será más tecnológico. Por ejemplo, porque ya no existen teléfonos de cable y ruedecita sino móviles con funciones inimaginables hasta hace nada.
Por otro lado, sabemos que entre todos hemos consentido un sistema de pensiones insostenible, que conduce a que cada día seamos más pensionistas con una pensión crecientemente decreciente. En una economía que será tan diferente a la actual que se ha bautizado ya con un adjetivo: la economía plateada. En la que, además de las pensiones, el principal capítulo será la sanidad. Pero cuyo contrapeso, ya que la humanidad siempre va a mejor, será que contaremos con unos servicios básicos más baratos, gracias de nuevo a la tecnología y a los nuevos movimientos socioeconómicos de perfil colaborativo. Una especie de vuelta a los orígenes, donde la seguridad social consistía en que no era necesario ser dueño de algo para disfrutarlo, se daba importancia al trueque y al cuidado comunitario, se valoraban más las humanidades y vivíamos en entornos de confianza.
Y no me olvido de los robots, ya llevan años en la industria y enseguida llegarán a los hogares para hacernos la vida más fácil y agradable. Porque habrá robots sexis, con una combinación imbatible de habilidades racionales y emocionales. No lo duden. Ellos nos pondrán las pilas a nosotros y nosotros a ellos.
Una nueva sociedad que requerirá una nueva educación. A todas las edades, porque la unión de la sabiduría de los años con la energía y tecnología de la juventud es imbatible. O sea, que toca que sigamos formándonos e informándonos, en este caso sobre algo tan apasionante como el descubrimiento de nuevos horizontes. A mí me pica la curiosidad emocional. Y la intelectual. «Me interesa el futuro porque donde pienso pasar el resto de mi vida».
(artículo escrito para la Revista LARES)
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